Antecedentes del caso

Una sociedad comercial presentó tutela reclamando la protección de derechos fundamentales como el debido proceso, la defensa, el acceso efectivo a la administración de justicia y el principio de legalidad. Se solicitó que un juzgado de familia admitiera una solicitud de prejudicialidad y decretara pruebas en un proceso de liquidación de sociedad conyugal. El juzgado negó: i) el reconocimiento de la sociedad como acreedora, ii) la prejudicialidad respecto de un juicio de responsabilidad social del administrador, y iii) la práctica de prueba de oficio encaminada a obtener información médica relevante para esclarecer posibles irregularidades en actas de asambleas. La sociedad argumentó que estas negativas constituyeron una vía de hecho y que la falta de admisión de recursos y pruebas afectaba sus derechos procesales.

Decisiones previas y recursos

El juzgado de familia defendió la legalidad de su actuación y alegó que la sociedad no contaba con legitimación activa en el proceso. El tribunal superior confirmó la decisión basándose en una interpretación plausible de los hechos y normas aplicables. La sociedad interpuso recurso de tutela contra esta decisión, el cual fue objeto de revisión por la Corte Suprema.

Consideraciones de la Corte Suprema

La Corte Suprema recordó que la tutela tiene un carácter residual y excepcional y no puede utilizarse para suplir el incumplimiento o la desatención de los medios ordinarios de defensa dentro del proceso judicial. En este caso, la sociedad no utilizó oportunamente los recursos procesales para hacer valer sus pretensiones, lo que impide la intervención de la justicia constitucional. Además, la Corte reiteró que la tutela no puede servir para corregir errores procesales cuando existen...