Antecedentes del caso

El caso se originó tras el hurto de una motocicleta en Cali, cuya propietaria, en busca de recuperarla, contactó a un tercero identificado a través de mensajes de chat. Este intermediario se comunicó con la víctima y le manifestó que la devolución del bien estaba condicionada al pago de una suma de dinero. Posteriormente, el acusado fue capturado durante un operativo policial al recibir un paquete simulado con el dinero exigido.

Procesos judiciales

El juzgado de primera instancia absolvió al acusado alegando dudas razonables sobre su participación dolosa en la tentativa de extorsión, considerando que actuó más como un intermediario y con un fin altruista. Sin embargo, el tribunal de segunda instancia revocó parcialmente esta decisión, condenándolo como cómplice de tentativa de extorsión y ordenando su captura.

Criterios de la Corte Suprema de Justicia

La Sala de Casación Penal analizó en detalle la estructura típica del delito de extorsión, enfatizando que el delito se configura cuando hay un constriñimiento suficiente para doblegar la voluntad de la víctima y un propósito de obtener un provecho ilícito. Además, diferenciaron entre coautoría y complicidad, señalando que en este caso el acusado actuó con dominio del hecho y dolo, superando la calificación de cómplice. En el análisis del caso concreto, la Corte encontró que el acusado ejerció presión persistente sobre la víctima para que realizara el pago, creando un ambiente coercitivo con la amenaza de la venta inminente de la motocicleta. La valoración probatoria descartó la versión defensiva de actuación sin dolo y destacó la contradicción en las declaraciones del acusado sobre cómo obtuvo la información y...